Páginas

domingo, 2 de diciembre de 2012

Lectura textos de Garcilaso: égloga III (fragmentos)

Tras una dedicatoria a una dama de alto rango llamada María, a quien el poeta
colma de alabanzas (estrofas 1-7), Garcilaso se centra en la historia de cuatro
ninfas que viven en el río Tajo, justo al pie de la ciudad de Toledo, lugar de
nacimiento del poeta. Una de las ninfas, Nise, saca la cabeza de las aguas y
queda conmovida por la belleza del paisaje (estrofas 8-10).
[8] Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena
que por el tronco va hasta el altura 60
y así la teje arriba y encadena
que’l sol no halla paso a la verdura;15
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la hierba y el oído.
[9] Con tanta mansedumbre el cristalino 65
Tajo en aquella parte caminaba
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.16
Peinando sus cabellos d’oro fino,
una ninfa del agua do moraba 70
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido17 de flores y de sombra lleno.
[10] Movióla18 el sitio umbroso,19 el manso viento,
el suave olor d’aquel florido suelo;
las aves en el fresco apartamiento 75
vio descansar del trabajoso vuelo;
secaba entonces el terreno aliento
el sol, subido en la mitad del cielo;
en el silencio solo se ’scuchaba
un susurro de abejas que sonaba. 80

Estrofas de la 25 a la 32

[25] La blanca Nise no tomó a destajo20
de los pasados casos la memoria,21
y en la labor de su sotil trabajo
no quiso entretejer antigua historia; 195
antes, mostrando de su claro Tajo
en su labor la celebrada gloria,
la figuró en la parte dond’ él baña
la más felice tierra de la España.22 200
[26] Pintado el caudaloso rio23 se vía,
que en áspera estrecheza reducido,
un monte casi alrededor ceñía,24
con ímpetu corriendo y con rüido
querer cercarlo todo parecía 205
en su volver, mas era afán perdido;
dejábase correr en fin derecho,
contento de lo mucho que habia hecho.25
[27] Estaba puesta en la sublime26 cumbre
del monte, y desde allí por él sembrada, 210
aquella ilustre y clara pesadumbre27
d’antiguos edificios adornada.
D’allí con agradable mansedumbre
el Tajo va siguiendo su jornada
y regando los campos y arboledas 215
con artificio de las altas ruedas.28
[28] En la hermosa tela se veían,
entretejidas, las silvestres diosas
salir de la espesura, y que venían
todas a la ribera presurosas, 220
en el semblante tristes, y traían
cestillos blancos de purpúreas29 rosas,
las cuales esparciendo derramaban
sobre una ninfa muerta que lloraban.30
[29] Todas, con el cabello desparcido,31 225
lloraban una ninfa delicada
cuya vida mostraba que habia sido
antes de tiempo y casi en flor cortada;
cerca del agua, en un lugar florido,
estaba entre las hierbas igualada32 230
cual queda el blanco cisne cuando pierde
la dulce vida entre la hierba verde.33
[30] Una d’aquellas diosas qu’en belleza
al parecer a todas ecedía,34
mostrando en el semblante la tristeza 235
que del funesto y triste caso había,
apartada algún tanto, en la corteza
de un álamo unas letras escribía
como epitafio35 de la ninfa bella,
que hablaban ansí por parte della:36 240
[31] "Elisa soy, en cuyo nombre suena
y se lamenta el monte cavernoso,
testigo del dolor y grave pena
en que por mí se aflige Nemoroso
y llama '¡Elisa!'; '¡Elisa!' a boca llena 245
responde el Tajo, y lleva presuroso
al mar de Lusitania37 el nombre mío,
donde será escuchado, yo lo fío".
[32] En fin, en esta tela artificiosa38
toda la historia estaba figurada 250
que en aquella ribera deleitosa39
de Nemoroso fue tan celebrada,
porque de todo aquesto y cada cosa
estaba Nise ya tan informada
que, llorando el pastor, mil veces ella 255
se enterneció escuchando su querella;40

Estrofas de la 39 a la 47

 [39] Tirreno:
Flérida, para mí dulce y sabrosa 305
más que la fruta del cercado ajeno,41
más blanca que la leche y más hermosa
qu’el prado por abril de flores lleno:
si tú respondes pura y amorosa
al verdadero amor de tu Tirreno, 310
a mi majada42 arribarás primero
qu’el cielo nos amuestre su lucero.43
[40] Alcino:
Hermosa Filis, siempre yo te sea
amargo al gusto más que la retama,44
y de ti despojado yo me vea 315
cual queda el tronco de su verde rama,
si más que yo el murciégalo desea
la escuridad,45 ni más la luz desama,46
por ver ya el fin de un término tamaño,47
deste dia para mí mayor que un año. 320
[41] Tirreno:
Cual suele, acompañada de su bando,
aparecer la dulce primavera,
cuando Favonio y Céfiro,48 soplando,
al campo tornan su beldad primera,
y van artificiosos esmaltando 325
de rojo, azul y blanco la ribera:49
en tal manera, a mí Flérida mía
viniendo, reverdece mi alegría.
[42] Alcino:
¿Ves el furor del animoso50 viento
embravecido en la fragosa51 sierra 330
que los antigos robles ciento a ciento

y los pinos altísimos atierra,52
y de tanto destrozo aun no contento,
al espantoso mar mueve la guerra?
Pequeña es esta furia comparada 335
a la de Filis con Alcino airada.
[43] Tirreno:
El blanco trigo multiplica y crece;
produce el campo en abundancia tierno
pasto al ganado; el verde monte ofrece
a las fieras salvajes su gobierno;53 340
adoquiera que miro, me parece
que derrama la copia todo el cuerno:54
mas todo se convertirá en abrojos55
si dello aparta Flérida sus ojos.56
[44] Alcino:
De la esterilidad es oprimido 345
el monte, el campo, el soto57 y el ganado;
la malicia del aire corrompido
hace morir la hierba mal su grado;58
las aves ven su descubierto nido,
que ya59 de verdes hojas fue cercado: 350
pero si Filis por aquí tornare,
hará reverdecer cuanto mirare.
[45] Tirreno:
El álamo de Alcides60 escogido
fue siempre, y el laurel del rojo Apolo;61
de la hermosa Venus62 fue tenido 355
en precio y en estima el mirto63 solo;
el verde sauz64 de Flérida es querido
y por suyo entre todos escogiólo:
doquiera que sauces de hoy más65 se hallen,
el álamo, el laurel y el mirto callen. 360
 
 [46] Alcino:
El fresno por la selva en hermosura
sabemos ya que sobre todos vaya;
y en aspereza y monte d’espesura
se aventaja la verde y alta haya;
mas el que la beldad de tu figura 365
dondequiera mirado, Filis, haya,
al fresno y a la haya en su aspereza
confesará que vence tu belleza.
[47] Esto cantó Tirreno, y esto Alcino
le respondió, y habiendo ya acabado 370
el dulce son, siguieron su camino
con paso un poco más apresurado;
siendo a las ninfas ya el rumor vecino,
juntas s’arrojan por el agua a nado,
y de la blanca espuma que movieron 375
las cristalinas ondas se cubrieron.






 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario